30 de septiembre – Se me llama desde Kairós para que pase a recoger la carta de despido definitiva. Curiosamente esta vez no está firmada por el gerente, sino por otra socia que no se identifica con nombre y apellidos. Le pido que me lo firme y lo hace comentándome que como no estaba el gerente le había tocado firmarlo a ella por poderes. No le digo nada de que con anterioridad habíamos solicitado la identificación del gerente para valorar medidas legales, ya que valoro positivamente la relación laboral que he mantenido con esta socia-trabajadora durante dos años. Su comportamiento conmigo siempre fue exquisito y pienso que nunca ha estado de por medio en esta carrera de despropósitos.
CURIOSIDAD: Después de muchos meses peleando para que se aplique el Convenio Colectivo Marco Estatal de Acción e Intervención Social, por fin lo he conseguido, aunque paradójicamente Kairós lo haga por primera vez para formalizar el despido. Como bien dicen los Monty Python siempre hay que ver el lado positivo de la vida.
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Motivos de la carta de despido final. A continuación iré exponiendo las distintas razones de mi despido incluyendo mi experiencia educativa en los apartados posibles.
«Permisividad en la ingesta de calimocho»
Esta es una de las primeras acusaciones que fue cambiando de versión en cada reunión, en la primigenia recordemos que eran cuatro trabajadores quienes me vieron mezclar el calimocho. Pero, ¿cuál es la verdadera historia del calimocho? Muy sencilla. A nuestra llegada a Madrid, en la excursión del 16 febrero, a varios usuarios míos se les cae una botella de coca cola al suelo. Intuyo que es una botella de calimocho y les digo que se deshagan de ella. Tras comer en un parque, yo acompañé al grupo de pequeños, pregunto a mis usuarios y me confirman que la han tirado a la basura. En ningún momento muestran síntomas de haber bebido alcohol. Muestra de ello es que participan en la actividad de la tarde, un juego interactivo de pasar salas, sin ningún problema. Estos son los hechos que relato ese mismo día a mi coordinadora de Kairós, quien curiosamente es la encargada de dirigir la actividad vespertina con mis chavales. Conclusión, nadie sabía nada de calimocho salvo mi coordinadora a la que conté la situación. Por lo cual, no me cabe más que pensar que la gran mentira procede de ella. Es imposible que nadie viera hacer calimocho, ni a mí, ni a mis usuarios, porque jamás sucedió. De hecho todavía estoy esperando que den los nombres de los cuatro trabajadores testigos, como ha sucedido con las otras compañeras que me acusan.
«Actitud reticente -22 de julio- a incluir cambios preciso en la programación laboral»
Resulta que a falta de dos semanas para cerrar la casa de juventud en verano, llega mi coordinadora y me dice que hay que organizar talleres, que ahora sobra dinero y podemos tener una educadora de apoyo más -la amiga que más tarde me acusó-. Le digo que no considero oportuno esos talleres por dos razones. La más importante, porque apenas vienen usuarios en esas fechas a la casa de juventud y que no tiene sentido preparar talleres para dos o tres personas. El otro motivo es que durante dos años siempre hemos dado prioridad a las actividades exteriores del barrio. Y le explico que estas mismas razones son las mismas que me ha comunicado la técnico del Servicio de Juventud del Ayuntamiento de Zaragoza, no en vano llevamos dos años coordinando nuestro trabajo con ella. Pese a todo, comento que acepto los cambios pese a no compartirlos por las razones expuestas.
CURIOSIDAD: A qué vienen las suspicacias de la técnico sobre la incorporación de nuevo personal de apoyo sin necesidad alguna en el período de fin vacacional. Pues muy simple, la historia viene de que durante los dos años que trabajé en San Gregorio, Kairós no destinó la totalidad de la partida de personal dada por el Ayuntamiento a sus trabajadores de casas de juventud. Esto me afectaba a mí personalmente y a los compañeros de la Casa de La Jota. Todos tuvimos menos horas de gestión, por lo que Kairós se ahorraba un dinero. Finalmente, Juventud les pilló y tuvieron que devolver el dinero que no habían pagado a los trabajadores. Es curioso que en este caso el Ayuntamiento haya sido eficiente (bueno tardó unos dos años) a la hora de recuperar el dinero. Cómo nos vaya a los trabajadores externalizados es otro cantar, aquí no hay ningún dinerillo a recuperar por las arcas municipales. Por cierto, esta situación irregular no me la invento yo, es la que me confirmaron mi técnico y responsable de Juventud en nuestra última reunión. O sea que ya había precedentes para dudar de las versiones de Kairós, no de la mía.
«Mostrar disconformidad… a poner en marcha un Programa de Prevención de situaciones de riesgo»
Una nueva acusación infame. Lo único que le traslado a mi coordinadora es que la técnico del Servicio de Juventud me ha comunicado, sin previa petición, que en las casas de juventud no se hacen programas de prevención de familias. Les digo que si se ponen de acuerdo con Juventud, no tengo problema, no en vano antes de irme de vacaciones me reúno con educadores de un centro de menores para coordinar acciones con un usuario común. Mi coordinadora me solicita información al respecto para el programa, y se la remito por mails que todavía guardo. A la educadora de apoyo, la futura acusadora, también le traslado esa información, ya que a partir de septiembre ella iba a ser el enlace de Kairós en este programa de prevención.
«Expresiones que ha dirigido… como ‘Eres el puto yonki del barrio’, ‘Formas de masturbación femenina’ y ‘Bailáis como putas y nos os pega porque no tenéis tetas'»
Estas son las acusaciones de la educadora amiga de la coordinadora, que ahora dice la empresa haber sido reconocidas por mí. La única literalmente reconocida es la del «puto yonki del barrio» a un usuario de 20 años. Relato a continuación el caso de este usuario, que cuando llegué a la casa era habitual consumidor de cocaína, entre otras sustancias. A mediados de mi segundo año, este joven se pone de baja al caer en una depresión motivada principalmente por el consumo de cocaína. Tengo varias reuniones con él para intentar ayudarle y asesorarle. Le remito a una entidad municipal especializada en estos casos, Centro Municipal de Promoción de la Salud (C/ Añón 3-5), incluso me ofrezco a acompañarle fuera de mi horario de trabajo. Finalmente acude a este centro acompañado por su familia, que prefiere optar por las tradicionales vías médicas, médico de cabecera y especialista, pese a dilatarse en un mayor tiempo la espera para las visitas médicas. Pese a los esfuerzos familiares, persiste el comportamiento del usuario que cada vez es menos receptivo a mis consejos. Y es en este contexto cuando en una tarde le digo esa misma expresión, en un tono desenfadado sin ánimo de violentar, simplemente para reaccionar. Es de una perversión suprema juzgar una expresión como esta en un caso particular, sin haber estado presente en la escena, lo grave es que mi coordinadora conocía desde el principio el esfuerzo llevado a cabo para intentar ayudar a este usuario.
Respecto a los comentarios de masturbación femenina a niñas de 12 años, la acusación es miserable y vergonzante. Lo único que reconozco sobre este tema, es que a mi llegada a la casa de juventud, una tarde varias chicas de 16 y 17 años empiezan a hablarme de temas que aparecen en el típico consultorio sexológico de revistas para adolescentes. Lo hacen en cierta medida para intentar sonrojarme y entre los temas aparece el de la masturbación femenina. Lo único que hago es continuar las conversaciones con naturalidad para sorpresa de las jóvenes, que no logran vacilarme al respecto. Jamás interrogo a nadie sobre su sexualidad y mucho menos a chicas de 12 años. Y lo peor de todo es que nadie presencia esta acusación, sino que parte de la conversación que tuve con la educadora de apoyo. Y es que encima de acusarme de pervertido, también lo hacen de tonto. Porque si tocara estos temas con niñas de 12 años sería de tonto comentárselo a otros trabajadores, digo yo. Pero lo peor del tema es que durante la conversación que tuve con la educadora le comenté que llevaba varios meses recabando información de cómo reaccionar en conversaciones de sexo con jóvenes de 12 a 15 años. Que me parecía un tema muy delicado y que estaba intentándome formar con distintos documentos recomendados, que incluso le llegué a mostrar. Resulta que de una inquietud y preocupación que tengo como educador, la toman para todo lo contrario, para ponerme en plan de pervertido.
En la misma línea va lo de «bailáis como putas». Lo único que he reconocido decir es que en una ocasión bailando usuarias en la casa les comenté que no podían hacer pasos como en el programa ‘Fama, a bailar’ porque no tenían pecho. Con estas mismas palabras, sin tacos, y en un ambiente de confianza y respeto hacia mis usuarios.
CURIOSIDAD: Para quitarle un poco de hierro a este asunto que me da nauseas. Recordaré una lección de educador en una de las tantas reuniones de acusaciones. Me dice mi gerente que si quiero informarles de sexo a mis usuarios que contrate a un especialista para que dé un taller. Le comento que yo no doy lecciones de sexo a mis usuarios, simplemente mantengo conversaciones con las misma naturalidad que cuando me hablan de otras inquietudes. Dice que no entiende que yo hable de masturbación femenina, y me reconoce que él no sabría qué decir, incluso que tampoco sabría asegurar cuales son las formas de masturbación femenina. Ver para creerlo.
«Utiliza su coche particular para desplazamientos con usuarios»
Esto es una muestra más del poco interés que tiene Kairós por los jóvenes de San Gregorio. Anteriormente he hablado de una reunión con educadores de un centro de menores para abordar la problemática de un usuario común. Pues es a este chico, próximo a cumplir los 18 años, a quien llevo en mi coche fuera de mi horario laboral. La situación surge cuando cierro la casa de juventud y el chaval va a llegar tarde al centro de menores. Me ofrezco a bajarle en coche como cualquier persona educada entiendo, y además pienso en intentar mantener un mayor acercamiento en una situación diferente a la de la casa, sin más jóvenes alrededor. Y ciertamente en diez minutos de trayecto el usuario me trasladó más inquietudes que en dos meses en la casa. Pues esto, recuerdo siempre fuera de mi horario laboral, es una causa de despedido para Kairós una cooperativa de iniciativa social, nuevamente surrealista.
Ahora abordaré los distintos menosprecios apuntados por la otra educadora, aunque dudo de que esa sea su versión, aunque eso sólo es problema de ella y Kairós. El primer motivo es de traca:
«El día de su incorporación le indica no debería ser contratada».
Para el correcto funcionamiento de una casa de juventud en un barrio rural de Zaragoza es necesario dos educadores, uno que permanece con presencia constante, y otro de apoyo que hace fines de semana alternos y un par de días a la semana abre la casa para que el educador habitual esté liberado para hacer actividades (salidas, deporte, talleres…). Si esto funciona así como voy a decir que no contraten a un educador de apoyo, entonces ¿cómo abro la casa y voy al cine con mis chavales al mismo tiempo? Esta acusación es de tontos. Pero lo peor de todo es que llevaba todo julio quejándome de que mi anterior compañera apenas mostraba atención y amenazaba todas las semanas en cambiarse de trabajo con lo que no podía programar actividades. Tras su marcha, solicité una rápida incorporación. Y llegó esta educadora, que a la mañana siguiente me comunicó que creía no tener carácter suficiente para trabajar con este colectivo. Me comentó que Kairós no le hizo entrevista alguna, ya que se encontraba de campamentos y le solicitaron una respuesta rápida. Había muy buenas referencias de su trabajo con discapacitados, pero reconoció que era un colectivo de trabajo muy distinto al de jóvenes. Pues Kairós, en lugar de hacer autocrítica por su incompetencia a la hora de seleccionar personal de apoyo, lo convierte en un medio para atacarme. O sea que a sus carencias profesionales se suma la mayor de las jetas posibles. Soy conocedor de la dificultad para seleccionar personal para tan pocas horas semanales (10/12), pero de ahí a que la política de selección de personal se limite a buenos informes de voluntarios con discapacitados me parece más cómodo que profesional.
«Le manda recoger todo lo que los usuarios dejan por el recinto, incluyendo la basura que dejan en el jardín».
Esto es de risa. Cualquiera de mis anteriores compañeros puede confirmar que cuando llegaron les comenté que los usuarios deben recoger todo el material que utilizan. La única salvedad que les hago es la Play, ya que es un recurso utilizado casi toda la tarde y no va a estar danzando de la sala a la oficina. A mis compañeros les he comentado que en este caso les doy libertad de actuación, lo dejo a su libre decisión, pues hay tardes en las que negocio con los usuarios recoger la Play y otras considero que es mejor que la recoja yo. Lo del jardín es otra buenísima. Durante el último año los jóvenes tuvieron limitada su presencia en este espacio por decisión del alcalde del barrio, ya que había recibido quejas de suciedad. Tanto la compañera de la Junta Vecinal que trabaja en mi edificio como yo hemos velado constantemente porque los usuarios cumplieran las normas básicas de limpieza. Cuando se les ha visto tirar basura se les ha reprendido y pedido que la recogieran inmediatamente. Este no impide que cuando he pasado por el jardín sin que hubiera nadie y he visto en muchas ocasiones basura la haya recogido porque no me gusta la suciedad. Pero de ahí a mandar que recojan la basura de los usuarios. Es intolerable comparar un comportamiento cívico con imponer a una trabajadora ser la chacha de los usuarios. Para más inri, ese jardín es un espacio que no pertenece a la casa de juventud, sino al Centro de la Tercera Edad del barrio, que es donde tienen instalados los aparatos para hacer gimnasia.
«Prohíbe a la educadora que plasme en el parte diario qué usuarios fuman porros».
Es el ejemplo de cómo un consejo de prudencia se convierte en una trama encubridora. Lo único que le dije a la educadora, al igual que a mis anteriores compañeros, es que hay que tener mucho cuidado si reflejas en una ficha diaria que un menor de edad está consumiendo cannabis -siempre fuera del recinto, jamás lo han hecho dentro del edificio- porque es una acusación grave. Los educadores no somos policía especializada en detectar el consumo de estupefacientes, aunque es cierto que muchas veces nuestra experiencia nos permite intuir el consumo de cannabis (olor, humo…). De lo único que advierto siempre es que se sea muy escrupuloso a la hora de denunciar estos consumos, sobretodo con menores de edad.
«Los usuarios acceden al despacho… utilizan materiales… e incluso el equipo informático de uso exclusivo de los responsables de la entidad»
Sólo este antieducativo razonamiento debería ser motivo para que Kairós no volviera a recibir la concesión de ningún servicio público para jóvenes del Ayuntamiento de Zaragoza. Analicemos la situación detenidamente, porque estos se debieron perder algún capítulo de Barrio Sésamo. «Los usuarios acceden al despacho». Por supuesto, los animadores no estamos detrás de una ventanilla ni de unos barrotes, tenemos una oficina para organizar nuestro trabajo y a la que acceden los usuarios para hablar con nosotros o coger el material. ¿Qué se debe hacer según Kairós? Poner una protección como en las farmacias de guardia. Es que me da hasta vergüenza deslegitimar estas tonterías. «Utilizan materiales» ¿Qué otra cosa se hace en una casa de juventud? Compramos juegos, revistas, material didáctico, y los ponemos en las estanterías sólo para mirarlos. Pero, ¿en qué mundo viven? Denuncian que los usuarios entran al despacho y utilizan materiales. Supongo que si montan una panadería, despedirán al panadero por hacer pan. Lo que pretenden con este motivo es algo más perverso, es dar a entender que los chavales entran y salen haciendo lo que les da la gana con el material. Y todo eso es mentira, puedo afirmar que en dos años no ha habido ningún robo de material en la casa, salvo justo antes a mi llegada cuando alguien aprovechó el cambio de animador para llevarse un reproductor de DVD. No sólo nadie ha sustraído ni un mísero lapicero, sino que muchos usuarios han traído material personal para que sea parte de la casa (mandos de play, balones de fútbol…). En cuanto a material estropeado, tan sólo cabe apuntar unas cuatro palas de ping-pong baratas rotas y un par de balones, que fueron pagados de nuevo por el usuario responsable de su préstamo. Si se compara este balance con el de otros centros, mis usuarios son algo así como los Lunnis de Zaragoza. Que conste que esta comparación no va en detrimento de mis otros compañeros de casas, sino que la del barrio de San Gregorio es la que menos asistencia tiene de todas, por lo que es lógico que haya menos problemas de este tipo. Y por último volveré a dar una explicación didáctica a su queja de «utilizan el equipo informático». En qué cabeza cabe que voy a negar el acceso a un ordenador a un joven en una casa de juventud. Desde luego que el de la oficina es el más deseado por todos los usuarios, ya que es el que mejor condiciones técnicas posee. A continuación pongo el orden de preferencia de acceso a este ordenador del que eran conocedores todos los usuarios:
1º Para tareas escolares. Han sido varios los usuarios que han venido a la casa de juventud para buscar información para trabajos y apuntes en clase. Por supuesto, se les ha ofrecido la oficina para realizar estas labores, al ser un espacio más tranquilo y acorde para estos cometidos. Siempre han tenido prioridad sobre mi uso, no en vano yo disponía de horas de gestión aparte para realizar mi trabajo con el ordenador. Muchas madres pueden dar testimonio de cómo sus hijos han encontrado en la Casa de Juventud un recurso para apoyar el trabajo escolar.
2º Uso exclusivo del educador para buscar información o realizar trabajos del funcionamiento de la casa.
3º Uso de jóvenes para buscar información sobre inquietudes o temas de interés para los usuarios.
4º Uso de jóvenes para ocio exclusivo: leer el Marca, entrar en mini juegos…
Tan sólo ha habido una única prohibición que tuvo que ser muy razonada a los usuarios, pero que la cumplieron siempre. Y es que no estaba permitido instalar el Messenger. Así a priori parece una tontada pero quien se haya interrelacionado con jóvenes es conocedor de la adicción a esta particular vía de comunicación.
O sea, que el servicio que debe cumplir Kairós -ofrecer recursos a los jóvenes- y por el que le pagan con dinero público, de nuestros impuestos, es para ellos un motivo de despido. El Ayuntamiento de Zaragoza es libre de decidir lo que quiera, pero pienso que deben replantearse muy seriamente externalizar servicios a una empresa que convierte su obligación laboral en algo denunciable.
Bueno, y para último he dejado la acusación más grave y que más he sufrido durante este tiempo, no tanto por el hecho de ser una calumnia querellable, sino porque el mayor esfuerzo que he realizado durante estos dos años en la casa ha sido crear un espíritu crítico en los jóvenes para evitar el consumo de drogas, especialmente cocaína y cannabis.
Pues según Kairós, la última educadora «constata que en el centro se permite tomar drogas (porros y cocaína) y los jóvenes permanecen en el centro bajo los efectos de las mismas».
Antes de extenderme en mi labor de prevención de drogas durante mi estancia en San Gregorio, haré algunas puntualizaciones. Es muy difícil constatar esta afirmación, y menos si eres una educadora que en 24 horas deseas abandonar el puesto de trabajo. No quiero cargar contra esta educadora porque no creo que haya afirmado esta situación, más que nada porque es una calumnia contra la que podría emprender acciones legales. Supongo que será versión de Kairós sobre lo que dijo, una trabajadora que si mal no estoy informado ya no trabajaba para esta cooperativa. Y otra cosa, es ¿dónde consumían la droga? Según acusaron en anteriores reuniones este consumo era en el único baño común a todo el edificio, por lo que se entiende esa permisividad era extensible a los demás trabajadores del edificio, responsable de la Junta Vecinal, monitores de spinning, profesores de jota y manualidades… Y es que nosotros compartimos edificio con todas estas ofertas culturales del barrio. Durante estos dos años han venido, niños, adultos, madres, padres… y jamás ha habido una queja ni un indicio de consumo de drogas en el interior del edificio. Sin embargo, una educadora que trabajó seis días (los cinco últimos implorados por Kairós) detecta todo esto. Es tan grave la situación como absurda.
Y a continuación paso a hablar de mi labor de prevención de consumo de drogas. La línea en que he abordado este asunto tan importante en los jóvenes es la que aboga una entidad de reconocimiento europeo como ‘Energy Control’ subvencionada con fondos públicos y que ha obtenido galardones de reconocimiento. Desde el primer día mi coordinadora ha tenido conocimiento de que he trabajado con la política y recursos de esta entidad, aunque desconozco si se ha molestado en informarse de esta estrategia. Ahora me voy a permitir dar una valoración del problema existente del consumo de estas sustancias por parte de los jóvenes. Es una opinión que surge de el intercambio de información con otros animadores de casas.
Cannabis: Es alarmante la regularidad del consumo de cannabis entre jóvenes desde muy temprana edad. Son varios los problemas físicos que pueden sufrir como la perdida de memoria reciente, sin embargo hay uno que sobresale de todos por su gravedad. Y es que estudios realizados en menores de edad que fuman a diario cannabis desde temprana edad (14 años) demuestran que puede incrementarse notablemente el porcentaje de sufrir alguna enfermedad mental (esquizofrenia, depresión, trastorno bipolar…). Generalmente este tipo de enfermedades tiene una probabilidad genética que aumenta considerablemente con el consumo temprano y regular de cannabis. El cerebro humano está continuamente formándose hasta una edad cercana a los 27 años, si durante ese período de tiempo sufre daños estos pueden ser permanentes para toda la vida. Con ello no decimos que si te fumas un porro te vuelves loco, pero debes ser conocedor de los riesgos de su consumo regular. Esta es la consecuencia física más grave y es probable que haya escrito alguna burrada, pero no soy un especialista en terminología médica y he intentado que fuera entendible. Si alguien desea tener más información sobre esta explicación les recomiendo que vean el documental ‘Lo que los jóvenes deberían saber sobre el cannabis’. Pese a su título tan pretencioso, es un testimonio fuera de maniqueísmos sociales basado en estudios sobre jóvenes británicos. Lo proyecté al grupo de medianos y tuvo cierto impacto, al menos los usuarios estuvieron informados con testimonios de jóvenes. Si estáis interesados en ampliar el tema lo podéis encontrar en redes de P2P.
Pese a que siempre se incide en estas consecuencias físicas desde todos los ámbitos, considero que hay un problema más importante y extendido entre los jóvenes consumidores de cannabis: la desmotivación. Todos los que hemos trabajado en casas sabemos que nuestra labor más ardua es motivar a los usuarios a participar en actividades, nuevas formas de ocio o acciones de satisfacción personal. Pues el gran enemigo que nos encontramos todos es el canuto. Y es que con uno que se fumen -casi nunca controlan cantidad ni calidad de marihuana-, ya han plegado toda la tarde. Y las únicas actividades compatibles con fumar canutos son a lo máximo jugar a la Play y estar en el Messenger. Es por todo ello que permitir el consumo de esta sustancia en una casa de juventud es arruinar todo el trabajo que hacemos. Hay que estar todos los días incidiendo en la poca percepción que tienen los jóvenes de la problemática que suscita el consumo de cannabis. Y es que es habitual que los jóvenes hagan botellón el fin de semana, sin embargo no lo hacen todos los días. Entonces, ¿por qué fuman porros todos los días en lugar de beber alcohol? No cabe duda, de que tienen una menor percepción de peligro a los canutos. Me fumo uno y no pasa nada, piensan. Sí, no hago eses, ni se me traba la lengua, incluso estoy de mejor humor y se me olvidan los problemillas. Pues eso, lo ven, como una forma de hibernación de los problemillas y de paso algo divertido, sólo las primeras ocasiones hasta que el cuerpo se hace cada vez más tolerante al THC. Ningún joven es consciente de la desmotivación y la pereza que conlleva un canuto. Después de fumar no apetece jugar a nada, ni hacer deporte, ni poner atención completa en una película, ni aprender, ni estudiar…
Cocaína, pastillas o cristal: La percepción de riesgo de los jóvenes sobre estas drogas es mayor, aunque sólo sea por la experiencia del día después. No hace falta que explique los daños cerebrales irreparables que dejan estas sustancias en cualquier persona. A este respecto sí que hay multitud de documentales, estudios y material informativo. Es por ello que no me extiendo como en el apartado del cannabis. Lo que quiero apuntar en este tipo de consumo es otro aspecto que a veces no tiene tanta publicidad como los daños físicos. Y es que el consumo, aunque sea esporádico de este tipo de sustancias, siempre va ligado a una única forma de ocio para los jóvenes que es el baile y la música (dígase festivales de DJ’s, discotecas, raves, música chumba-chumba…). No digo con ello que todo el que participa de esta forma de ocio consuma, lo que afirmo es que hablando con mis compañeros de casas sí que somos conscientes de que los jóvenes que sabemos que consumen este tipo de sustancia los fines de semana sólo tienen esta forma ocio. Apenas practican deporte con regularidad, no hacen excursiones, no participan en talleres, muestras o cualquier tipo de juego que pueda entretener o divertir. Para ellos la espera de su gran día es el que van a ir a no se donde a bailar y ponerse. También hemos visto que durante la semana son chavales más bien tímidos, a los que les cuesta socializarse con personas nuevas o motivarse con novedades. El consumo de estas sustancias les proporciona una diversión y desinhibimiento con otros jóvenes. Por todo esto, ser permisivo en su consumo en una casa de juventud es el mayor de los despropósitos de un educador.
De todas las acusaciones recibidas, sin lugar a duda ésta me ha corroído las entrañas porque llevo dos años luchando, en la medida de mis posibilidades, contra estos tipos de consumo, pues son el principal freno de que los jóvenes se formen y se desarrollen. No consigo explicarme cómo Kairós ha sido capaz de lanzar toda esta mierda, simplemente para ahorrarse una mísera indemnización de despido. Le ha dado igual acusar a mis usuarios de consumidores, a mis compañeros de trabajo de permitir el consumo y al Ayuntamiento de Zaragoza de dejarle con el culo al aire al afirmar que en un espacio público suyo se permitía el consumo de drogas de menores.
Pues este es el desolador retrato que hace Kairós de mi trabajo en la Casa de Juventud de San Gregorio. Afortunadamente, durante el último año gestioné un blog junto al grupo de pequeños en el que fuimos reflejando las actividades que realizábamos en la casa. Si alguien desea lo puede visitar y comprobar que funcionábamos como una casa más de juventud, lejos de ese retrato de drogas y perversión sexual que denunciaba Kairós.
http://cjsangregorio.blogspot.com/
CURIOSIDAD: Otro dato que ayuda a desvelar la poca fiabilidad del discurso de Kairós es el desinterés de los protagonistas, gerente y coordinadora, por la realidad del barrio. No en vano, la coordinadora apenas visitó la casa de juventud unas doce veces en dos años (lo que sale a una visita cada dos meses, eso sí casi todas las visitas eran como las del médico). Y lo más gracioso es lo del gerente que tan sólo visitó una vez la casa, justo cuando un día le vi que iba de procesión de Semana Santa en San Gregorio con familiares y le invité a conocer el recinto. Tal cual como lo cuento.
1 octubre – Visita al Servicio de Juventud. Y es que si inexplicable es el comportamiento de Kairós, sorprende que el Servicio de Juventud no tome medidas en el asunto con acusaciones tan graves. Vuelvo a reiterar que no hablo de que eviten mi despido, sino que pidan pruebas y explicaciones a Kairós sobre la acusación a menores de edad y a otros trabajadores municipales. Además, al día siguiente de recibir la carta de despido llevé una copia al servicio de juventud donde subrayé la acusación a mis usuarios de consumir drogas. Por lo cual, entiendo que no valen las excusas de no estar informados. Pese a reiterar mi sorpresa por no aclarar asuntos tan turbios como el consumo de drogas en casas de juventud, la responsable me dijo que no iban a hacer nada, tan sólo me deseo «la mejor de las suertes» en mi trayectoria profesional. En fin, prefiero no valorar esa despedida tan sentida y emotiva.
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